"No voy a dejar de hablarle sólo porque no me esté escuchando. Me gusta escucharme a mí mismo. Es uno de mis mayores placeres. A menudo mantengo largas conversaciones conmigo mismo, y soy tan inteligente que a veces no entiendo ni una palabra de lo que digo. " (Oscar Wilde)



lunes, 2 de julio de 2007

Tempus fugit (con permiso)


Pasado, presente y futuro no existen, para Einstein el tiempo no es más que una ilusión muy persistente de nuestra mente. Otros físicos y filósofos dicen también que el universo es estático y, por lo tanto, el tiempo y el movimiento son sólo ilusiones. Así pues, desde esta perspectiva, no podemos asegurar que el tiempo pase. Pero bueno… por más que digan ellos, no nos podemos abstraer a la melancolía que representa ver ese “imaginado” pasado ni a la angustia que se nos plantea ante ese “inexistente” e incierto futuro.

Ni tampoco podemos dejar de aceptar que el paso del tiempo es subjetivo y cada uno lo vive de distinta manera. Para el que espera, por ejemplo, el tiempo se hace infinito y en cambio, cuando vivimos intensamente, el tiempo pasa volando. En este punto quiero dejar constancia de una creencia personal: en el recuerdo, en cambio, el tiempo es inversamente proporcional a la rapidez con la que lo vivimos; así, pues, los momentos de nuestra vida en que hemos vivido intensamente y el tiempo se ha pasado sin sentir, nos dejan una huella en el recuerdo mucho más importante que esos otros momentos en los que estamos pasando una mala racha y, más que vivir, vegetamos, y que, prácticamente, se quedan borrados en la memoria.

El estadio de la vida por el que se atraviesa también influye en la manera en que sentimos el paso del tiempo. No es lo mismo en la adolescencia, cuando deseamos que pase rápidamente para llegar a convertirnos en esos adultos que deseamos ser, que en la madurez (ese estado “quasi” perfecto en el que se supone que estamos algunos), en la que nos tomamos mucho más tiempo para tomar determinadas decisiones porque somos más conscientes de las consecuencias que tienen algunas de ellas. Por eso, tal vez, puede parecer que a medida que pasan los años podemos necesitar más tiempo para llevar a cabo lo que nos proponemos y que el tiempo se nos hace mucho más corto y nos da para menos.

En los tiempos que nos ha tocado vivir, en los que todo discurre con tanta celeridad, se hace más patente, si cabe, esa falta de tiempo porque en nuestro día a día nos exigimos llevar a cabo demasiadas actividades y vamos, la mayor parte del tiempo, sufriendo la tiranía de la agenda y el reloj.

De un tiempo a esta parte, por mis circunstancias personales, me he planteado poner un freno a ese paso tan acelerado del tiempo viviendo con un poco más de tranquiliada, y, por ahora, parece que lo voy consiguiendo. Hoy por hoy, intento darle la importancia que tiene, y acercándome a la manera de pensar de esos físicos y filósofos que decía al principio, he empezado a prescindir del pasado, que ya no existe y que sólo es humo, ni a agobiarme por ese futuro incierto, para vivir, única y exclusivamente, el momento presente (que ése, por más que digan, para mí sí existe).

CARPE DIEM.




6 comentarios:

Alvargonzalo dijo...

Muy reflexiva; en su línea.
Me ha gustado su punto de vista del paso del tiempo aplicado al recuerdo, del que, por mucho que instamos, no prescindiremos, por cierto.
Efectivamente, somos súbditos (y hasta esclavos) de ese aparato medidor del tiempo, aunque, ¿a quién no seduce ese precioso reloj que ha colocado?
Usted no necesita sentirse aludida para colocar sus siempre bienvenidos comentarios en mi blog.
¿Rellenó los saquitos?

Alvargonzalo dijo...

No había abierto su vídeo. Otro acierto a añadirse.

lemoinestar dijo...

Hice bien en esperar a constestar a su comentario, ya iba a echarle la bronca por no haber hecho ninguna referencia al video.

Ahora sólo me queda darle las gracias.

Aunque, bien pensado... una cosita más... la última frase de su primer comentario va con acento o sin acento? ;-P

Prijuabe dijo...

¿Que es un segundo?
No se en otros sitios, pero en Madrid se define como el tiempo que transcurre desde que un semaforo se pone en verde hasta que el primer tonto toca el claxón.
Bromas aparte.
Me encanta esa filosofia de vivir el momento. Como bien dices, el pasado es humo, creo que solo debemos acercarnos a él para recordar lo aprendido e intentar no cometer los mismos errores una y otra vez. El futuro ya llegará, para que querer acercarnos a él si ya nos alcanzará a su debido tiempo.
Vive el momento con intensidad que enseguida se convertirá en humo.

lemoinestar dijo...

Anda... pues en Barcelona existe una definición parecida de lo que es un segundo, pero en vez de ser un tonto, el que toca el claxón es un cabrón... Es que los catalanes somos mucho menos diplomáticos, jajajaja...

Y sí, coleccionando momentos seguimos...

Te dejo una sonrisa (otra de las cosas imprescindibles de coleccionar)

Prijuabe dijo...

jajaja no quise ser demasiado brusco con el comentario, por eso lo refine bastante (con una lima del 7 por lo menos, jajaja)
Sigue coleccionando momentos y risas. La tuya me la guardo en mi colección y te mando una de las mías para que también la tengas :).