"No voy a dejar de hablarle sólo porque no me esté escuchando. Me gusta escucharme a mí mismo. Es uno de mis mayores placeres. A menudo mantengo largas conversaciones conmigo mismo, y soy tan inteligente que a veces no entiendo ni una palabra de lo que digo. " (Oscar Wilde)



lunes, 31 de mayo de 2010

Volver a empezar



Tal vez sí que sea éste un buen momento para volver a empezar… después de todo, ahora estoy inaugurando una nueva etapa dentro de mi vida, un capítulo nuevo en este mi propio culebrón vital.


Todavía no he terminado de instalarme en mi nueva casa. La ropa, los libros, los diversos objetos y enseres que se acumulan a lo largo de una vida… se amontonan por los diferentes rincones de las habitaciones en numeradas cajas blancas -como promesa de un futuro por estrenar- procedentes de uno de esos almacenes que se encargan de abastecernos en caso de traslado, tan bonitas ellas, tan nuevas, tan prometedoras...


Todavía no están instalados todos los muebles, los pasillos están intransitables y hay que ir saltando entre las cajas medio abiertas de la mudanza que se desparraman por doquier. A pesar de ello me siento bien en esta casa llena de luz desde la que puedo contemplar el Tibidabo sin necesidad de asomarme a la ventana, sólo con instalarme cómodamente en el sofá o en la cama.


El caos de la mudanza tiene también sus cosas buenas –ya es conocida mi afición a darle la vuelta a todo e intentar buscar el lado bueno. Para empezar, el despojarse de muchas cosas obsoletas que ocupan espacio y no sirven ya para nada, el trabajo de limpieza en este sentido ha sido importante y, para el resto, espero impaciente la llegada de la noche de San Juan, cuando serán consumidas por las llamas del fuego purificador. También el estrenar muchos de los objetos de uso cotidiano que han ido reemplazando a los ya viejos y estropeados. Todo es nuevo, limpio y reluciente y presagia un mañana esplendoroso, al menos así lo siento ahora… De este caos por el que estoy pasando saldrá un nuevo hogar que será mi refugio, mi casa, ¿cómo no sentirme ilusionada?


Vaciar mi antigua casa ha sido duro, reencontrarme con fragmentos del pasado en forma de objetos olvidados en recónditos rincones ha hecho brotar las lágrimas en muchos momentos, un traslado es, irremediablemente, un paseo por toda una vida y, en unos pocos días, todos los recuerdos de mi existencia han desfilado ante mí de forma aleatoria con el impacto emocional que eso representa (aprovecho para agradecer desde aquí, a todas las personas que me han acompañado durante el proceso, su paciencia y su comprensión). Pero ha valido la pena, cuando observo las paredes recién pintadas, los objetos rescatados de otras etapas de mi vida anterior que ahora ocupan nuevos lugares; como, poco a poco y día a día, la nueva casa va tomando forma y se va haciendo más mía, pienso que estoy en una fase de renovación y que, al abrir la puerta por primera vez a esta casa, abrí también la puerta a un nuevo futuro, muy diferente al presente que estaba viviendo hasta entonces.