"No voy a dejar de hablarle sólo porque no me esté escuchando. Me gusta escucharme a mí mismo. Es uno de mis mayores placeres. A menudo mantengo largas conversaciones conmigo mismo, y soy tan inteligente que a veces no entiendo ni una palabra de lo que digo. " (Oscar Wilde)



miércoles, 20 de mayo de 2009

Día Internacional de la Enfermedad de Behçet


Hoy es el Día Internacional de la Enfermedad de Behçet, para recordarlo estamos enviando este cartel a todos los que podemos para que se vaya ampliando el conocimiento de esta enfermedad minoritaria y casi desconocida. Si alguien quiere lo puede imprimir para ponerlo en algún sitio donde se crea conveniente, centros de salud, hospitales, ayuntamientos, centros culturales... o mandarlo por mail a otras personas (recordar usar el campo CCO y borrar todas las direcciones que aparezcan en el cuerpo del mail), o simplemente saber que hay personas que tienen una vida más dificil por padecer una enfermedad que no es digna de estudio por no ser rentable para las empresas farmaceuticas, da igual, lo importante es que yo os lo he comunicado a vosotro/as y se que tengo vuestro apoyo. Gracias.

domingo, 17 de mayo de 2009

La ladrona de libros - Markus Zusach




Es indiscutible que Ladrona de libros es una novela singular. Para empezar, quien nos narra la historia es la propia Muerte y ¿qué mejor narrador se podría encontrar para una historia que transcurre en los peores momentos de la Alemania nazi?

Una narradora de excepción para una historia llena de muertes, pero no una Muerte macabra y terrorífica, si no una Muerte que se define a sí misma con estas palabras: “No llevo ni hoz ni guadaña. Sólo cuando hace frío visto un hábito negro con capucha. Y no tengo esos rasgos faciales de calavera que tanto parece que os gusta endilgarme, aunque a distancia. ¿Quieres saber qué aspecto tengo en realidad? Te ayudaré. Ve a buscar un espejo mientras sigo”. Una Muerte socarrona e irónica, “Pero igual estoy siendo cínica. U optimista. O ambas cosas”, que -como ella misma dice- “Hasta la muerte tiene corazón” y “A veces me mata ver cómo muere la gente”. Una Muerte cuya misión es ir “acompañando las almas hasta la cinta transportadora de la eternidad” y que en determinados momentos nos deja pensativos: “siempre encuentro humanos en su mejor y en su peor momento. Veo su fealdad y su belleza y me pregunto cómo ambas pueden ser lo mismo”.

Pero si la narradora de la historia es excepcional, no lo es menos la forma en que el autor lleva a cabo la narración. Dividida en 10 partes, con numerosos capítulos cada una, y acabada con un epílogo, cuenta con pequeños resúmenes -o incisos, o notas, no sé cómo definirlos- que hacen hincapié de manera impactante en la comprensión del texto y con una serie de simpáticas ilustraciones, cosas ambas que le dan una agilidad añadida a la ya de por sí vibrante historia que nos narra Markus Zusak. Y excepcional es también el lenguaje que utiliza, en ocasiones poético, lleno de sorprendentes metáforas y símiles que llenan el texto de ternura y belleza a pesar de lo duro del argumento. Como ejemplo dejo las siguientes:

  • …esa noche la luna estaba zurcida al cielo, con puntadas de nube alrededor
  • … las gotas de lluvia parecían virutas de un lápiz gris…
  • Una sonrisa de cartulina…
  • …una pelirroja con pecas de punto y aparte…
  • Olía a hierba recién cortada de los jardines. Era un olor fresco y dulzón, verde con motitas amarillas.
  • (estaba rezando)… Incluso las arrugas de los ojos tenían las manos entrelazadas
  • Si fuera posible, diríamos que Hans cayó hacia arriba, tanta fue la prisa con que se levantó de la silla.
  • Sobre su rostro asomaron lágrimas de madera y una sonrisa de roble…
  • …tenía dos pequeños balazos en la cara a modo de ojos…
  • …las tejas descansaban sobre las casas como peluquines…
  • La ventana estaba abierta de par en par, una boca cuadrada y fresca por la que de vez en cuando se colaba una ráfaga de aire.

Donde, sin duda, se pone más de manifiesto lo anterior, como no podría ser de otra manera, es cuando se hace referencia a las palabras:

  • Un gancho directo de palabras…
  • Las palabras, pronunciadas con un suave susurro, resbalaron de la cama y se esparcieron por el suelo como si fueran polvo.
  • Le dio de comer las frases…
  • Se calló.
    Su garganta era un desierto: ni una palabra en kilómetros a la redonda.
  • Un retazo de voz se le escapó de la boca...
  • La cogió por el brazo.
    —Por favor.
    Su voz también la atrapó, como si tuviera uñas.
  • Le daba a Max El repartidor de sueños como si las palabras pudieran alimentarlo.
  • Las palabras aterrizaron sobre la mesa y se agruparon en el medio. Los tres las miraron.
  • …guardó silencio durante una docena de frases mudas…
  • Las voces de la cocina elevaron el volumen, discutían, unas se montaban encima de otras para hacerse oír. Las frases se peleaban entre ellas por atraer la atención.


Días atrás dije que la Ladrona de libros es una historia sobre la muerte, sobre la vida y sobre las palabras, también es una historia sobre la amistad y sobre la familia y -algo no demasiado habitual en las novelas ambientadas en la época- sobre la valentía de los que no se dejan convencer sólo con palabras -“…el Führer decidió que sometería al mundo con palabras…” nos dice el autor en “El árbol de las palabras”-. Es una historia que nos permite ver la Segunda Guerra Mundial desde el punto de vista de los alemanes que no estaban de acuerdo con el nazismo y que hacían de su vivir cotidiano una demostración de ello, que “preferían liar cigarrillos que liarse a tiros, preferían hacer rodar los dados a que los hicieran rodar a ellos por la nieve y el lodo”. Y, es también, “Una historia. Una historia después de otra historia. Una historia dentro de otra historia”…

La novela abarca el período comprendido entre el 13 de enero de 1939 -fecha en la que Liesel Meminger, la ladrona de libros, llega a su hogar de acogida en casa de los Hubermann, Hans y Rosa, en Molching –un pequeño pueblo cerca de Munich-, cuando “toda ella era pura desnutrición: pantorrillas de alambre, brazos de perchero”- y el 2 de octubre de 1943 -de los 10 a los 14 años de Liesel-, para quien el significado de la palabra Führer, después de recibir “un sopapo propinado por una mano de confianza” por negarse a gritar “Heit Hitler” es “UNA PEQUEÑA SUMA: La palabra «comunista» + una gran hoguera + un fajo de cartas sin dueño + las desventuras de su madre + la muerte de su hermano = el Führer

Cuatro años llenos de trágicos sucesos, en los que en ocasiones se dan circunstancias con “cierto grado de satisfacción, que iba acumulándose hasta rozar eso que suele llamarse «ser feliz»”, una de las más notorias explicada como sigue: “La vida había dado un giro de ciento ochenta grados y, sin embargo, era esencial que actuaran como si nada hubiera ocurrido.
Imagínate que tienes que sonreír después de recibir un bofetón. Y luego imagínate que tienes que hacerlo las veinticuatro horas del día.
En eso consistía ocultar a un judío
”.
Sucesos que no voy a seguir relatando para no destripar la novela a los posibles futuros lectores… Sólo añadir una reflexión personal… ¿es realmente una ladrona la ladrona de libros? Porque puestos a hablar de robos, aquí queda otra de las frases que aparecen en la novela: “Robar es lo que hace el ejército llevándose a tu padre y al mío”.

Hacía tiempo que no me quedaba atrapada por un libro de esta manera. La pequeña ladrona de libros me ha devuelto las ganas de seguir devorando en cualquier momento sus palabras, de aprovechar la más mínima oportunidad para hacerme con unas pocas líneas más, como si me hubiese convertido en una ladrona... de palabras. He leído en el metro y en el baño, mientras esperaba a alguien que se retrasaba en una cita e, incluso, caminando por la calle (algo que no había hecho desde aquel lejano día en que mi nariz chocó con un poste, mientras estaba concentrada en el libro de turno, y la vergüenza de que alguien pudiera haberse dado cuenta me quitó el vicio de la lectura andante… hasta ahora). He sentido rabia cuando mis obligaciones me impedían seguir leyendo y he deseado destruir el reloj que implacable me recordaba que el tiempo de disfrutar de la lectura se había acabado.

Tal vez una de las causas de esta irresistible fascinación resida también en el hecho de haberme sentido identificada con el personaje. Durante la lectura han aflorado recuerdos de mi adolescencia cuando descubrí el placer que produce leer, cuando me di cuenta de la gran cantidad de historias y de aventuras que se pueden vivir a través de las páginas de un libro.



sábado, 9 de mayo de 2009

Despertando




En esta perezosa mañana de sábado, el sol está descolorido por la bruma habitual en mi mediterránea ciudad. He salido a hacer las compras semanales y he llegado cansada, me he sentado un rato a leer el nuevo libro que empecé ayer, La ladrona de libros, de Markus Zusack, sólo llevo 50 páginas leídas y me ha enganchado, la novela es una pequeña joya que habla de la vida y de la muerte y, sobretodo, de las palabras. Leyendo he sentido la necesidad de venir a dejar unas cuantas aquí.

La música suena y al compás de sus notas mis dedos se deslizan por el teclado. Es la voz prodigiosa de Sainkho la que desgrana esas notas imposibles. Canta a capela, sin ningún tipo de acompañamiento y su canto es un grito desgarrador que estremece el alma o un susurro que la acaricia. Algún día os hablaré de Sainkho, hoy no toca…

En mi última entrada os hablaba de que el período de hibernación se había acabado y que poco a poco me iba desperezando. Durante este tiempo en el que no he escrito, he podido disfrutar de varias actividades gratificantes y muy recomendables que han servido para desentumecer mis músculos después del descanso invernal.

Pude ver la exposición de Sorolla, Visión de España, la exposición itinerante de los paneles que el artista pintó a principios del siglo XX, por encargo de Milton Huntington, para decorar una de las salas de la Hispanic Society of America, y que actualmente han sido restaurados por técnicos españoles. Un recorrido por la riqueza del flocklore y las costumbres de nuestro país que ocupó los últimos años de la vida del pintor. El día acompañaba, en aquella mañana de sábado la luz barcelonesa, excepcionalmente, era tan brillante como la que el pintor valenciano refleja en su obra. Actualmente la exposición ya no se puede ver en Barcelona, a partir del 25 de mayo estará en el museo del Prado de Madrid junto a otras obras de Sorolla y a continuación viajará a Valencia para terminar allí su recorrido antes de regresar a su ubicación original en América.


Sorolla, Ayamonte - La pesca del atún

Otra de las exposiciones que he podido admirar recientemente ha sido la retrospectiva que el CaixaForum está dedicando a Rafael Zabaleta en el centenario de su nacimiento. A través de la obras expuestas se pueden observar las diferentes épocas por las que pasó el pintor de Quesada (Jaén), desde lo que se ha llamado expresionismo sombrío de la Plaza de Quesada de principios de los años 40 al cubismo picassiano, pasando por el expresionismo rutilante de las obras de sus últimos años (entre las que se puede contemplar una visión muy diferente de la misma plaza). Entre las obras expuestas se encuentran algunas de las más significativas de Zabaleta, como pueden ser: Campesinos en la Era (1956); Romería de Tiscar (1949); La familia Purullena (1959), con esas caras de “luna llena” tan particulares del autor; La pareja de viejos (1959), con sus impactantes rostros llenos de arrugas; La vieja con gato (1953), …sensacionales los gatos de Zabaleta; Los pájaros (1956), un homenaje a ese ave tan característica de los secos paisajes de nuestra España más profunda, el cuervo; y el sereno Autorretrato (1944) que sirve de inicio al recorrido. La exposición estará abierta hasta el próximo día 17 de mayo.

Rafael Zabaleta, Pareja de Viejos, 1959

Y para terminar con el capítulo de las exposiciones, una de contenido muy diferente, también del CaixaForum, De la casa a la ciudad, del arquitecto y diseñador Richard Rogers, artífice de la reforma que está convirtiendo la barcelonesa plaza de toros de Las Arenas en un modernísimo centro de ocio y de la Terminal T4 del aeropuerto de Barajas de Madrid, por citar sólo alguna de sus creaciones más próximas. En la exposición se pueden contemplar todos los proyectos, realizados o no, del arquitecto británico y sus colaboradores, proyectos en los que la arquitectura se integra con el urbanismo para crear ciudades más cómodas y sostenibles. La exposición puede visitarse hasta el 7 de junio.

Maqueta del proyecto Arenas - Barcelona

Algo de lo que he podido recuperar en este último mes ha sido el vivir en directo las operas en el Liceo. Después de más de 25 años sin poder asistir a ninguna representación, las últimas fechas me han dado la oportunidad de poder ver Los Maestros Cantores de Nurenberg, de Richard Wagner, y de asistir al estreno de La cabeza del Bautista, del barcelonés Enric Palomar. Dos obras completamente diferentes en todos los sentidos. La primera, una función de 6 horas de duración, fue uno de los acontecimientos que más me ha emocionado en los últimos tiempos, no sólo por volver a sentarme en las butacas del Liceo, sino porque es la obra menos wagneriana de Wagner, un autor que aunque no es mi favorito, en este caso se me hizo mucho más atractivo y digerible a pesar de la extensión de la representación. La segunda es una obra bastante menos ambiciosa que contaba con el incentivo de ser cantada en castellano, algo que no suele ser habitual; a pesar de ello, o precisamente por eso, no acabo de convencerme, ni en el argumento ni en la puesta en escena en sí.


El Gran Teatre del Liceu - Barcelona

Han sido bastantes más los momentos satisfactorios a lo largo de este período recientemente pasado, momentos llenos de sabor de esos que hacen la vida más gustosa, pero me estoy extendiendo mucho y los referidos han sido, tal vez, los más significativos. Sainkho ha callado y la pequeña ladrona de libros me está esperando, pronto volveré para contaros más cosas, os dejo algo de lo poco que se puede encontrar en YouTube de Sainkho para que os acompañe en la lectura.