"No voy a dejar de hablarle sólo porque no me esté escuchando. Me gusta escucharme a mí mismo. Es uno de mis mayores placeres. A menudo mantengo largas conversaciones conmigo mismo, y soy tan inteligente que a veces no entiendo ni una palabra de lo que digo. " (Oscar Wilde)



miércoles, 27 de junio de 2007

A buenas horas mangas verdes

Así voy por la vida en incontables ocasiones, haciéndolo todo a destiempo y mal, reaccionando cuando ya no hay remedio.

Es todo tan vertiginoso en estos tiempos que vivimos que tenemos que estar siempre a la que salta para decir y/o hacer en el momento oportuno lo más conveniente.

Quiero consolarme pensando que la consecuencia de tanta rápidez es la fugacidad de todo lo que nos acontece, que es imposible que algo que discurre tan apresuradamente pueda ser transcendente; sin embargo, no consigo quitarme ese malestar de ver que casi nunca se me enciende la bombillita cuando lo deseo sino tiempo después, cuando ya no hay tiempo para decir, hacer o rectificar lo que se ha dicho o se ha hecho.

Algunas veces consigo sentirme mejor pensando que todo ocurre cuando tiene que suceder, que por más que me preocupe, es en vano, puesto que como dice el proverbio: “Si el problema tiene solución, preocuparse no vale de nada y si el problema no tiene solución no vale de nada preocuparse”.

Hoy estoy cansada, el pasado fin de semana fue agotador (mucha juerga, muchas vivencias, muchas emociones, mucho alcohol y... poco descanso...). Estos días el trabajo se ha disparado y mi estado físico y anímico no es el mejor. Tal vez esto sea la causa de tantas dudas y contradicciones. Como hago siempre en estos casos, moveré la cabeza a lo Scarlett O’Hara mientras digo: “mañana será otra día”.

martes, 19 de junio de 2007

Ensayo musical

A ver qué pasa...



Siiiiiiiii

Bieeeennnnnnnn!!!!!!!!!

Gracias, Alvargonzalo, al final lo he conseguido, jejejeje

lunes, 18 de junio de 2007

Silencio, por favor


Hace días que duraba la intriga, todo el mundo andaba preocupado por saber que pasaría, se hacían vaticinios, conjeturas, análisis, a muchos parecía que les iba la vida en ello… y hoy, por fin, ya tenemos los resultados definitivos: el Madrid ha ganado la liga.

Anoche, durante unas horas el país se paró y todos, incluso los que pasamos del tema futbolero, estábamos pendientes de los resultados. Aunque no quisiéramos, era imposible abstraerse de tan magno acontecimiento: los petardos, gritos, cláxones y demás manifestaciones de alegría, o pena (nunca se sabe porque suenan parecidos), nos hacían saber que algo demasiado importante estaba ocurriendo como para mantenerse al margen de los sucesos. Por lo que se ve, este año la cosa ha estado muy emocionante y no ha sido hasta los últimos segundos del partido que se ha conocido con certeza quien era el ganador, hacía 23 años que no se daba un final de liga con tanta intriga.

A mí me pillo en casa de unos amigos, en un pueblo del Maresme, después de un día de playa y paella, tranquilamente apalancada sobre el sofá, con una copa de cava en la mano y escuchando buena música mientras conversábamos sobre mil y un temas. Poco a poco se hacía más difícil poder hablar porque lo sonidos que llegaban del exterior lo hacían imposible, alguien empezó a celebrar la victoria del Madrid acelerando una moto sin silenciador hasta alcanzar un índice de contaminación acústica insoportable (pobre moto) y decidimos salir al balcón para ver que estaba sucediendo.

Delante de la casa de mis amigos y haciendo esquina hay un bar de los que tienen pantalla de televisión panorámica; el bar en cuestión, en fecha tan señalada, estaba abarrotado y en el exterior, frente a uno de los ventanales, se apiñaba un grupo numeroso de hombres de color, estaban en silencio mirando con interés lo que sucedía en la pantalla del interior del local, un silencio que resultaba sorprendente comparado con el bullicio que les rodeaba.

Desde hace muchos años en la zona del Maresme viven muchos inmigrantes subsaharianos que se dedican a las tareas agrícolas. En los años 80, la escasez de mano de obra en este sector (con la aparición del plan de Empleo Rural en Andalucía y Extremadura que daba derecho al subsidio de desempleo por trabajar dos meses al año, las famosas peonadas, los andaluces y extremeños dejaron de venir a trabajar a Catalunya) dio lugar a la entrada masiva de trabajadores extranjeros, que llegaban a la península para dirigirse a trabajar a Francia o al norte de Europa y que encontraban trabajo por el camino y se quedaban. Los trabajadores africanos venían en situación irregular pero muchos han ido cambiando su estatus a medida que el gobierno ha ido realizando acciones encaminadas a la legalización de los colectivos de trabajadores no comunitarios, aunque la agricultura es utilizada actualmente como primera actividad cuando todavía no se ha conseguido llevar a cabo la regularización de su situación; los suelos, ya de por sí bajos en este sector, se rebajan todavía más aprovechado la ilegalidad de los inmigrantes.

Los inmigrantes subsaharianos conviven tranquilamente con el resto de inmigrantes de otras etnias y procedencias, aunque no se mezclan con los “blancos” porque sus escasos ingresos no les permiten acceder ni a las viviendas ni a los lugares de ocio de los habitantes autóctonos, generalmente viven en pisos de alquiler compartidos entre varios y se reúnen en locales regentados por personas de su misma procedencia, creando así una especie de ghettos.

El grupo de hombres delante del ventanal, mirando desde fuera en silencio el desarrollo de la última jornada liguera, me llevaron a pensar en todas estás cosas en silencio…

sábado, 16 de junio de 2007

En ocasiones los pollos enseñan a las gallinas


Esta mañana estaba tranquilamente sentada en mi despacho repasando unos documentos de la semana cuando de repente se ha abierto la puerta y ha aparecido un personaje de comic en el umbral, llevaba el cabello recogido en una especie de moño-coleta del que se escapaban dos mechones puntiagudos como dos rayos por el lado derecho de la frente, una camiseta azul marino con dibujos orientales en vivos colores y un pantalón pirata-bombacho (imposible de clasificar con certeza) también azul marino y, por supuesto, como siempre que se pasea por la casa, iba descalza. Venía con los ojos brillantes y en su rostro se reflejaba una hermosa sonrisa que se ha convertido de repente en un bostezo que más bien parecía el hipoaullido-huracanado de Pepe Pótamo ante el que no he podido reprimir una sonara carcajada y que me ha costado recibir un inevitable collejón… Este personaje es mi hija…

…Y me han entrado ganas de escribir sobre ella y sobre la relación tan especial que mantenemos. Resulta que además de ser adolescente (enfermedad que se cura con el tiempo), me ha salido friki y mangaka (cosas que no sé si tienen cura) y se pasea por el mundo con un look visual, sus correctores dentales y un comic manga siempre bajo el brazo o entre las manos. Exige alimentarse casi exclusivamente de comida oriental, así es que he tenido que aprender a preparar sushi, fideos ramen y woks de verduras, que engulle, por descontado, con palillos y salsa de soja.

A lo largo de lo que a mí me parece su corta vida (ella empieza a decir que se hace vieja y yo, por supuesto, soy una abuela) me he planteado en numerosas ocasiones si he sido una buena madre y si es feliz… Muchas veces pienso que no he sido para nada una madre convencional y ella me lo ha transmitido en múltiples oportunidades; “no te pareces a las madres de mis amigas”, me dice, y, ojalá no me equivoque, percibo un puntito de orgullo en el tono de su voz que me satisface.

Como hija de padres divorciados ha crecido en unas condiciones un poco especiales. Hoy en día no llama la atención eso, son demasiados los hijos de padres separados que pululan por el mundo, pero imagino que todos los padres que estamos en esa situación nos sentimos un poco culpables de no haberles sabido dar ese tópico de “la familia feliz y contenta” (nombre de un plato chino, por cierto)… Repasando las circunstancias anteriores y posteriores a la ruptura de la pareja, pienso que, a pesar del trato exquisito que siempre mantuvimos mi ex–pariente y yo, ella siempre había percibido que las cosas no eran como parecían y que había un mar de fondo que no se le escapaba. Así es que cuando se produjo la ruptura no creo que le generará un sufrimiento traumatizante; si me baso en sus resultados escolares, pienso que fue, incluso, al contrario, porque inmediatamente después se produjo una mejora evidente en los mismos. Por supuesto que, en múltiples ocasiones, intentó llevar a cabo maniobras encaminadas al acercamiento entre su padre y yo, maniobras que acabaron el día en que me senté a charlar con ella y le dije que era imposible que ese hecho se produjera porque ninguno de los dos estábamos por la labor.

Porque si hay algo que tengo con mi hija con conversaciones interesantes, no tantas como yo desearía, al contrario… se producen siempre cuando ella está predispuesta a tenerlas, que es en contadas ocasiones, pero cuando se dan es como si habláramos un idioma comprensible para las dos que nos aproxima. Esta mañana ha sido una de las veces, en unos minutos me ha dado cuenta de sus preocupaciones estudiantiles y de la angustia de los malos resultados (previsibles porque todavía no los conocemos con certeza) que, como consecuencia de diversas circunstancias, se han producido este año.

Por otro lado, tengo que reconocer, que me duele en demasía que sea tan arisca, en ocasiones algo semejante a un cardo borriquero, y que no me deje aproximarme físicamente a ella, encuentro a faltar los achuchones y arrumacos que compartíamos cuando era pequeña y que hace tiempo que no se dan, y menos en presencia de terceros, si alguna vez se me ocurre alargar la mano para darle una pequeña caricia me salta con el inevitable “ay, mamá, déjame en paz”… que me deja rota el alma. Otras veces, en cambio, es ella la que viene a mí y me reclama que le coja de la mano o la estruje, sin exceso, eso sí, entre mis brazos… eso me compensa de todo lo demás.

Conclusión: no estoy de acuerdo con eso del cría cuervos… en mi caso ha sido la experiencia más enriquecedora de mi vida y han sido muchas las ocasiones en las que he aprendido de y con ella. Me viene a la mente aquella frase que me dice muchas veces mi madre… “en ocasiones los pollos enseñan a las gallinas”…

Como música para acompañar había pensado poner una de las muchas canciones japonesas que escucha mi tierno retoño… pero después de darle un par de vueltas, he decidido hacer una doble entrega y colocar, además, la canción de cuna que tantas veces le canté.
P.D. Joer, joer, joer... la página de internet que utilizaba para colocar la música en el blog ha desaparecido del mapa... Je suis désolé... ¿habrá alguien que me puede dar un "coup de main"?

viernes, 8 de junio de 2007

Arreglada pero informal


Este fin de semana tengo un evento social “importante”, un evento programado con la suficiente antelación y en el que participan suficientes personas de mi entorno como para que se haya generado una gran expectación. Llevo dos meses oyendo hablar de lo mismo entre algunos de mis allegados; tanto es así, que a menos de 48 horas de que se inicie estoy deseando que ya se acabe. Recuerdo cuando se preparaban las Olimpiadas en mi ciudad, parecía que todo giraba en torno a eso y que era imposible imaginarse nada que fuera posterior, era como si el mundo se acabará en aquel momento, como si nada más tuviera importancia. La misma sensación tengo con respecto al evento que estoy comentando, parece como si el mundo que compartimos todas las personas que participamos en él se acabara en ese momento. Evidentemente no será así, una vez haya sucedido se hablará durante tiempo de lo que aconteció y de las consecuencias derivadas de todo ello, pero eso será otra historia…

No sé porque siempre que sucede una cosa de este estilo me pasa lo mismo, creo que soy una persona bastante sociable y cuando me proponen participar en una reunión de este tipo me siento contenta porque pienso en todo lo bueno que voy a poder extraer de esa experiencia, la emoción de volver a reunirnos con personas lejanas a las que tenemos pocas oportunidades de ver, la diversión derivada de las paridas que suelte cada uno mientras estemos juntos… ese tipo de sensaciones que se quedan gravadas como fotografías imperecederas.

Sin embargo, a medida que pasa el tiempo y se aproxima la fecha señalada se me van quitando las ganas; son demasiadas las expectativas, los dimes y diretes, los malos rollos que se van vislumbrando por el camino, para que me sienta un poco agotada y me dé una pereza enorme continuar con los preparativos.

Sea el tipo de evento del que se trate, ya sea una celebración o reunión familiar, profesional o entre amigos, existen demasiadas implicaciones emocionales entre los participantes, para bien o para mal… en unos casos son afectos y en otros son rencores sin resolver… y de esta manera se van creando “bandos” o “clanes”, no sé como nombrarlo, entre las personas más afines. Muchas personas van moviendo sus fichas para conseguir la mejor posición: para ser los más guapos, los más interesantes, los mejor relacionados… Se establecen alianzas y pactos para ocupar el mejor lugar y dejar en evidencia a los adversarios.

Yo estas cuestiones me las suelo tomar con bastante calma, no me gusta planificar en exceso lo que va a suceder, entre otras razones, porque la vida me ha enseñado que las cosas son siempre como tienen que ser, no como hemos previsto que sean. Así pues, en el caso que nos ocupa, no he generado demasiadas expectativas al respecto. Por supuesto que deseo “triunfar” en el evento como cualquier hijo de vecino, pero sin obsesionarme en cuál es el posible triunfo que quiero conseguir, tal vez porque me conformo con estar entre las personas que quiero y con pasarlo bien todos juntos.

En este orden de cosas, no ha sido hasta esta misma semana que me he planteado en serio que me iba a poner para la ocasión. En mi mente me había formado una idea aproximada de lo “divina” que quería estar, pero no me había preocupado en salir a recorrer tiendas con el objetivo de pescar lo más deslumbrante que pudiera ponerme encima. Después de haber dedicado unas cuantas horas a probarme modelitos, llegaba el momento de tomar una decisión… y entonces es cuando se me hizo más patente la angustia con la que estaba viviendo las vísperas del acontecimiento, no me quedaba más remedio que sentarme a reflexionar…

¿Qué es lo que quería… un conjunto que valiese una fortuna para dejar con la boca abierta a todo el mundo y que representará un gasto excesivo para mi maltrecha economía… o prefería dejarme de tonterías y pasar de los comentarios que mi atuendo pudiera suscitar, llevando algo más asequible para mi bolsillo, con lo que me sintiera cómoda y que se ajustará a mi personalidad, algo que no tuviera que exhibir como si me hubiera tragado el palo de la escoba?

Evidentemente opté por la segunda opción y es que, a estas alturas, me importa un rábano lo que digan o dejen de decir los demás. Me niego a ir decorada como un árbol de navidad para resultar llamativa porque creo que lo que resulta más impactante de una persona es su manera de comportarse; si por ir con un atuendo determinado voy a estar incomoda y más pendiente de si me hacen daño los zapatos o si el escote se mueve de su sitio, voy a perderme de disfrutar de todo lo que pueda compartir con las personas que aprecio, más me vale que me quede en casa.

Vamos, que me parece que iré a la fiesta arreglada pero informal… es decir, con chándal y con tacones, jejeje…

martes, 5 de junio de 2007

Una nueva realidad





El acceso masivo a los medios de comunicación virtuales ha dado lugar a la aparición de una nueva realidad, la realidad virtual, pero una realidad virtual en la que no se trata con un programa informático sino que el interlocutor es una persona de carne y hueso, con sus fantasías y su imaginación, creándose una ficción compartida e interrelacionada. No se trata de un juego de ordenador en el que nos movemos siguiendo las pautas predeterminadas por el programador, si no que el juego se va creando interactivamente con otro ser humano, con las variabilidades ilimitadas que la conducta humana puede presentar, infinitamente superiores a las que cualquier programador haya podido incluir en el juego que ha creado.


A través de la pantalla del ordenador se crea una atmósfera de ‘realidad’ en la que se puede transitar por diferentes caminos en función de lo que cada uno de los participantes diga en cada momento. La historia se escribe sobre la marcha sin ningún guión predeterminado, simplemente las fantasías individuales que hacen que se cree una nueva fantasía mucho más rica; cada frase que se escribe abre nuevas posibilidades.


No es de extrañar, pues, que en los últimos años se haya disparado el acceso de usuarios a estas nuevas tecnologías y que cada vez haya más salas de ‘chat’ y páginas que invitan a relacionarse y a encontrar el ‘amor’. Resulta fácilmente adictivo dejarse llevar por las sensaciones que se producen en este medio, a parte de lo placentero que es poder vivir una romántica y/o apasionada historia de amor sin salir de la comodidad del propio hogar, sin pasar horas interminables de preparativos para resultar atractivos, sin desplazamientos molestos y sin tener que gastar un solo euro.


Es fácil cambiar de personalidad, dejar de ser como somos para convertirnos en lo que desearíamos ser, abandonar esa vida monótona y rutinaria por la que transitamos diariamente para adentrarnos en un mundo nuevo hecho a la medida de nuestros sueños. Y todo eso de una manera sencilla, confortable, económica, sin riesgos…


¿Sin riesgos?


Existe un grave riesgo… el confundir esas fantasías virtuales interactivas con la realidad, creerse que ese sueño compartido es cierto… Y, desgraciadamente, no está al alcance de todo el mundo evitarlo. Son muchos y muchas los que se quedan colgados de ese sueño y empiezan a vivirlo como algo real, a vivir su cotidianidad desde la euforia que produce esa droga que toman inconscientemente delante de la pantalla del ordenador. Tarde o temprano el juego se acaba "y nos despertamos, sin saber qué pasa, chupando un palo sentados sobre una calabaza”, como decía mi querido Joan Manel Serrat.


GAME OVER




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