Tiene razón mi amigo Alvar, las devociones son siempre de libre elección, y puesto que las obligaciones andan un poco torcidas últimamente, he decidido libremente dedicarme a mis devociones, a ver si por el camino consigo reconciliarme un poco con mi ciudad.
Como puede verse, volvemos a tener suministro eléctrico… no sabemos por cuanto tiempo, así es que mejor aligerar…
Ha llegado también el momento de poner los dientes largos a tod@s l@s que no han podido participar en el finde pasado… Un aviso: l@s que tengan suelo de parquet que se alejen lo máximo posible de él o tomen las medidas oportunas, no sea que el crecimiento excesivo de los incisivos provoque daños irreparables en la madera (el que avisa no es traidor).
Para mí, el fin de semana empezó el sábado a las 10.30 h. de la mañana cuando me encontré con mis dos invitadas en la estación de metro de Hospital de Sant Pau. Fue una alegría enorme volver a ver a M.Angeles, a la que ya conocía con anterioridad, y un placer inmenso conocer a MariPili, con la que pronto descubrimos que tenemos puntos de vista semejantes. La idea de quedar en esa zona de la ciudad radicaba en el hecho de que quería presentarles a mis dos vecinos más emblemáticos, el propio Hospital de Sant Pau y La Sagrada Familia.
El Hospital, Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, tal como nos aclaró un paseante con el que nos cruzamos mientras hacíamos las primeras fotos, es un conjunto de edificios modernistas, obra del arquitecto Lluís Domènech i Montaner, se construyó entre 1902 y 1930. La escasez de tiempo sólo nos permitió visitar la entrada del edificio principal y dar una pequeña vuelta por los jardines mientras veíamos alguno de los pabellones que conforman el conjunto; poco, pero suficiente para admirar la belleza de los mismos y los mosaicos de brillantes colores tan utilizados en el modernismo.
A la salida nos dirigimos a la Avenida Gaudí, la arteria que une el Hospital con la Sagrada Familia; esta vía, que discurre en diagonal en relación a la estructura cuadriculada del Ensanche barcelonés, dispone, como las típicas ramblas catalanas, de un paseo central peatonal protegido por árboles que le dan sombra, desgraciadamente ya quedan muy pocos de los famosos plátanos de Barcelona (castaños de Indias), y está sembrada de multitud de terracitas que a esa hora de la mañana estaban todavía casi desiertas, pero que son el lugar de reunión del vecindario en las largas tardes de verano. A medida que nos íbamos acercando a la Sagrada Familia, la concentración de “guiris” por m2 iba en aumento. No hay que olvidar que Barcelona es, durante estas fechas sobre todo, una enorme torre de Babel. Una anécdota, cuando íbamos a hacer una foto del templo, MariPili comentó que era una lástima que se vieran las grúas… ¿las grúas? –le dije yo- ¡pero si ésas forman parte de la Sagrada Familia desde que se empezó a construir, vamos, que los barceloneses no sabremos avenirnos a no verlas si algún día se acaba!
Mis amigas, que venían muy toreras, aunque debería decir “gatas”, querían subir a lo más alto posible de las torres, pero creo que los codazos que había que ir dando para abrirse paso entre los “guiris” y las largas colas para poder acceder a la entrada, fueron suficiente argumento para que dejaran la idea arrinconada. Contemplamos, eso sí, las dos fachadas de la Sagrada Familia, la del Nacimiento, diseñada por el propio Antoni Gaudí, y la de la Pasión, con esculturas de Josep Maria Subirachs y dimos también un paseo por el parque de la Sagrada Familia con el propósito de ver una doble imagen del templo, el real y su reflejo en el agua del estanque.
Continuará
Como puede verse, volvemos a tener suministro eléctrico… no sabemos por cuanto tiempo, así es que mejor aligerar…
Ha llegado también el momento de poner los dientes largos a tod@s l@s que no han podido participar en el finde pasado… Un aviso: l@s que tengan suelo de parquet que se alejen lo máximo posible de él o tomen las medidas oportunas, no sea que el crecimiento excesivo de los incisivos provoque daños irreparables en la madera (el que avisa no es traidor).
Para mí, el fin de semana empezó el sábado a las 10.30 h. de la mañana cuando me encontré con mis dos invitadas en la estación de metro de Hospital de Sant Pau. Fue una alegría enorme volver a ver a M.Angeles, a la que ya conocía con anterioridad, y un placer inmenso conocer a MariPili, con la que pronto descubrimos que tenemos puntos de vista semejantes. La idea de quedar en esa zona de la ciudad radicaba en el hecho de que quería presentarles a mis dos vecinos más emblemáticos, el propio Hospital de Sant Pau y La Sagrada Familia.
El Hospital, Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, tal como nos aclaró un paseante con el que nos cruzamos mientras hacíamos las primeras fotos, es un conjunto de edificios modernistas, obra del arquitecto Lluís Domènech i Montaner, se construyó entre 1902 y 1930. La escasez de tiempo sólo nos permitió visitar la entrada del edificio principal y dar una pequeña vuelta por los jardines mientras veíamos alguno de los pabellones que conforman el conjunto; poco, pero suficiente para admirar la belleza de los mismos y los mosaicos de brillantes colores tan utilizados en el modernismo.
A la salida nos dirigimos a la Avenida Gaudí, la arteria que une el Hospital con la Sagrada Familia; esta vía, que discurre en diagonal en relación a la estructura cuadriculada del Ensanche barcelonés, dispone, como las típicas ramblas catalanas, de un paseo central peatonal protegido por árboles que le dan sombra, desgraciadamente ya quedan muy pocos de los famosos plátanos de Barcelona (castaños de Indias), y está sembrada de multitud de terracitas que a esa hora de la mañana estaban todavía casi desiertas, pero que son el lugar de reunión del vecindario en las largas tardes de verano. A medida que nos íbamos acercando a la Sagrada Familia, la concentración de “guiris” por m2 iba en aumento. No hay que olvidar que Barcelona es, durante estas fechas sobre todo, una enorme torre de Babel. Una anécdota, cuando íbamos a hacer una foto del templo, MariPili comentó que era una lástima que se vieran las grúas… ¿las grúas? –le dije yo- ¡pero si ésas forman parte de la Sagrada Familia desde que se empezó a construir, vamos, que los barceloneses no sabremos avenirnos a no verlas si algún día se acaba!
Mis amigas, que venían muy toreras, aunque debería decir “gatas”, querían subir a lo más alto posible de las torres, pero creo que los codazos que había que ir dando para abrirse paso entre los “guiris” y las largas colas para poder acceder a la entrada, fueron suficiente argumento para que dejaran la idea arrinconada. Contemplamos, eso sí, las dos fachadas de la Sagrada Familia, la del Nacimiento, diseñada por el propio Antoni Gaudí, y la de la Pasión, con esculturas de Josep Maria Subirachs y dimos también un paseo por el parque de la Sagrada Familia con el propósito de ver una doble imagen del templo, el real y su reflejo en el agua del estanque.
Continuará
8 comentarios:
que bonito queda..bien
Por cierto...has escrito MI AMIGO ALVAR?? JEJEJ
Gracias por ponernos un texto con mas expectativas por ver (quien no las haya visto, ese no es mi caso), y me alegro de que todo vaya mejor por Barcelona, y en cuanto a la Sagrada Familia pensé que a estas alturas ya estaba casi terminada.
Te diré que en el parquet de mi casa creo que ya están empezando a aparecer grietas causadas (no por el crecimiento de los incisivos) si no por las mordeduras de los montones de roedores que andan sueltos por esta región, y, que no sólo han dañado eso, si no todos los campos produciendo cuantiosísimas pérdidas económicas. Como ves, no sólo se producen perjuicios en Barcelona, si no que también en otras ciudades y pueblos de España, y lo mas penoso es que aún no se han tomado medidas al respecto; al fin y al cabo, en Barcelona fue cuestión de unos días, pero en mi región no se si será cuestión de años.
¡¡¡Ah!!! Y por último ..... creo haber leído en el blog de Alvargonzalo (si no me equivoco...) que las obligaciones son siempre de libre elección (no las devociones como tú comentas).
Montones de besos van a tu encuentro.
mangeles,
lo bonito fue sobre todo vivirlo, te debo comentarios en tu blog, pero es que veo que eres mucho más prolífica que yo a la hora de escribir, luego te visito con calma.
Y, sip... he escrito "mi amigo Alvar" porque así es como considero a Alvar, a pesar de que tu creas todo lo contrario... como siempre digo... a veces las apariencias engañan ;-)
nuria,
arrastro un cierto retraso en el relato por causas ajenas a mi voluntad, espero poco a poco ir poniéndoos al corriente de todo lo sucedido. Hoy ando líada en ver cómo me las maravillaría yo para colocar las fotos en algún sitio... sólo os pido un poquito de paciencia...
En cuanto a lo que me dices de los roedores en tu tierra, no tenía conocimiento y me ha parecido un tema muy interesante; no estoy nada ducha en la materia, aunque se me ha ocurrido que tal vez podría estar relacionado con lo que ha sucedido con otras especies de animales que nos han invadido desde otros habitats extraños y que, por su resistencia, se han aclimatado perfectamente al nuestro, convirtiéndose, incluso, en depredadores de las especies autóctonas... igual acabo de soltar una majadería... pero es lo que he pensado.
Respecto al comentario en el blog de Alvargonzalo, estás en lo cierto, tal vez me expresé mal, lo que quería decir es que voluntariamente decidí dejar pospuestas mis obligaciones para dedicarme a mis devociones.
Te dejo besos perfumados con aroma de flores de las Ramblas.
...Dientes largos y anchas ganas es lo que me queda tras leerla.
Alvargonzalo,
el remedio está en su mano... más no puedo decirle.
Saquitos varios
Me alegra que te vayas reconciliando con tu hermosa ciudad.
Ahora ya estoy impaciente por la continuación de esta entrada.
Por suerte mi suelo no es de parquet.
Berni,
en ello estoy cielo, pero avanzo muy lentamente, os ruego que me disculpéis y tengáis un poquito de paciencia.
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