"No voy a dejar de hablarle sólo porque no me esté escuchando. Me gusta escucharme a mí mismo. Es uno de mis mayores placeres. A menudo mantengo largas conversaciones conmigo mismo, y soy tan inteligente que a veces no entiendo ni una palabra de lo que digo. " (Oscar Wilde)



miércoles, 17 de octubre de 2007

Compartiendo un café


Desde hace algunos días estoy leyendo un libro que me está encantando, se trata de “Kafka en la orilla”, de Haruki Murakami. Hace ya bastante tiempo que me recomendaron a este autor, sobre todo su “Tokio Blues”, pero hasta ahora no había tenido la ocasión de leerle y debo reconocer que me ha sorprendido gratamente.

La forma de escribir de Murakami es muy personal, desde el principio te atrapa porque con sus palabras crea una atmósfera que oscila entre lo real y lo onírico. En “Kafka en la orilla” se entremezclan dos historias convergentes, aderezadas por otras muchas que las complementan. No es un libro de lectura fácil, no por el estilo literario o por la complejidad de las palabras, sino por el contenido, cada una de esas pequeñas historias te llevan a un punto de reflexión- No es una de esas novelas que lees de tirón en una sentada, al contrario, requiere tiempo, un tiempo en el que disfrutas de la lectura y de todo lo que evoca.

Os dejo un pequeño fragmento que he releído un montón de veces porque a mí, personalmente me ha entusiasmado, lo veo como un círculo perfecto en el que todas las palabras te van llevando a un sinfín de sensaciones. Espero que lo disfrutéis tanto como yo.

A las dos le llevo el café en una bandeja a la señora Saeki. Está sentada ante la mesa de su estudio en el primer piso. La puerta permanece abierta. Sobre la mesa descansa la pluma estilográfica junto a algunas hojas de papel de borrador, como de costumbre. La pluma tiene el capuchón puesto. Con ambas manos sobre la mesa, la señora Saeki observa algún punto en el espacio. No mira nada. Sólo contempla un lugar que no existe. Parece algo cansada. A sus espaldas, la ventana está abierta de par en par, el vientecillo de principios de verano hace danzar las blancas cortinas de encaje. Esta escena recuerda un cuadro alegórico bellamente pintado.

-Gracias –me dice cuando le dejo el café sobre la mesa.

-Parece cansada.

Ella asiente.

-Sí. Debo parecer más vieja cuando estoy cansada.

-En absoluto. Se la ve a usted tan maravillosa como siempre –le digo con sinceridad.

La señora Saeki sonríe.

-Para ser tan joven, sabes cómo tratar a las mujeres.

Me ruborizo.

La señora Saeki me señala una silla. Es la misma en la que me senté ayer, se encuentra exactamente en el mismo lugar. Tomo asiento.

-Yo me canso a menudo. Supongo que tú no.

-No, no mucho.

-No, claro. Yo tampoco me cansaba a los quince años.

La señora Saeki coge la taza de café y toma un sorbo con calma.

-Tamura, ¿qué ves al otro lado de la ventana?

Miro hacia fuera, detrás de ella.

-Árboles, el cielo, las nubes. También se ven unos pájaros posados en las ramas de los árboles.

-O sea, una escena normal que podrías ver en cualquier parte.

-Sí

-Pero si de pronto supieras que mañana ya no podrías volver a contemplarla, esta escena se convertiría en algo precioso, en algo especial, ¿no es cierto?

-Supongo que sí.

-¿Has pensado alguna vez de ese modo?

-Sí.

La señora Saeki pone cara de extrañeza.

-¿Cuándo?

-Cuando me enamoro –digo.

La señora Saeki sonríe débilmente, Su sonrisa permanece unos instantes asomando en las comisuras de sus labios. Me trae a la memoria el agua que, tras regar una mañana de verano, permanece sin evaporarse en una pequeña concavidad.

-¿Tú estás enamorado? –quiere saber.

-Sí.

-O sea, que su rostro y su figura son para ti, día tras día, cada vez que la ves, algo precioso, algo especial.

-Sí. Porque puedo perderla en cualquier instante.

La señora Saeki se me queda mirando. No queda rastro de la sonrisa en sus labios.

-Imagina un pájaro posado en una rama delgada –dice-. La rama oscila fuertemente al viento. Y, a cada ráfaga, el campo visual del pájaro, a su vez, va fluctuando. ¿No es así?

Asiento.

-¿Y, cuando esto sucede, cómo crees que el pájaro estabiliza su campo visual?

Sacudo la cabeza.

-No lo sé.

-El pájaro sube y baja la cabeza y se ajusta a la oscilación de la rama. La próxima vez que sople un viento fuerte observa bien a los pájaros. Yo me paso mucho tiempo mirando por la ventana. ¿No te parece que tiene que ser agotadora una vida así? Vivir moviendo el cuello a cada oscilación de la rama en la que estás posado. Pero los pájaros están acostumbrados. Para ellos eso es lo más natural. Pueden hacerlo sin ser conscientes de ello. Por eso no les resulta tan cansado como nos parece a nosotros. Pero yo soy un ser humano y, a veces, me canso.

-¿Está usted posada en una rama?

-Según como lo mires –dice-. Y, a veces, sopla un viento fuerte.

Deposita la tacita en el plato y le quita el capuchón a la estilográfica. Es hora de retirarse. Me levanto de la silla.


****************





13 comentarios:

Alvargonzalo dijo...

Es atrapante la forma de relatar, vaya que sí.
Disfrute de ese libro.

María dijo...

Leimonestar, sigue disfrutando de ese libro, cuando se trata de algo que nos agrada, es muy estimulante para uno mismo, y más si te metes dentro de los personajes, y te imaginas tomándote un café, en buena compañía y con una agradable conversación como la que nos has trascrito de este libro; al igual que también muy bonito es poder contemplar, lo que algunas personas no damos tanta importancia como la dan otras en distintas etapas de la vida, porque en cada momento y en cada etapa de la vida tenemos diferente forma de pensar.

Gracias por hacernos leer desde tu blog, una de las partes importantes de ese libro.

Besos estimulantes.

Prijuabe dijo...

Sencillamente precioso. Que importante es observar para despues ganar la experiencia que nos ayuda a madurar nuestras formas de ver la vida, es como ese entrenamiento inconsciente de los pajaros, al final ni nos damos cuenta de como hemos llegado a ser como somos, pero el entrenamiento de nuestra vida nos hace acostumbrarnos de tal manera que al final lo somos inconscientemente.

Besos anticansancio.

María dijo...

¡¡¡ayssss pero qué errónea estoy Leimonestar!!! agrégame una "n" en la palabra "trascrito" ¡anda!, para que quede así escrita ... "transcrito".

Besos con "n"

Luna Azul dijo...

Kaixo laztana, precioso el párrafo de ese libro, que lo disfrutes hasta el final. Para el café y disfrutar de una charlita ya me gustaría tenerte enfrente Jajajaja
Muxu bat

NIGHTRANGER dijo...

Sencillamente preciosa la escena que transmite el libro.

Todo me lleva a pensar que la observación es una de las cosas que nos llevan al CONOCIMIENTO TOTAL.

Observar esas pequeñas cosas que a veces se nos pasan por alto, consiguen abrir nuestra mente como quizas antes nunca hubieramos imaginado.

Como suelo decir, silencio, tiempo, analisis, observación, mas tiempo y mas silencio.

Besos observadores.

lemoinestar dijo...

Alvargonzalo,
bienvenido de nuevo.

Seguiré disfrutando, gracias.

Saquitos.

María,
gracias, cielo, espero seguir disfrutando de la lectura de este libro y de otras muchas lecturas, es uno de mis vicios favoritos.

Constantemente estamos cambiando, creo que la reflexión de los pájaros posados en la rama va en ese sentido.

Besos de adaptación a las circunstancias.

Berni,
ufffff, pero qué agotador que resulta a veces ese entrenamiento, de vez en cuando es preciso desconectar un poco, ¿no crees? Yo este finde he pensado desconectar jugando a los bolos, si te animas... ya sabes...

Besos de relax.

Ana,
kaixo, neska, el café... otra de las cosas que anoto en la agenda de ese finde que tenemos pendiente...

Muxus de fin de semana.

Nightranger,
efectivamente, la observación es una de las maneras de llegar al conocimiento, pero no es la única, el diálogo y el contrastar puntos de vista es otra.

Qué los vientos que mueven tu rama sean suaves.

Más besos de canela.

Prijuabe dijo...

Aissss que me pones los dientes largosss, menos mal que no tengo parquet jajaja.
Me encantaría esa partida de bolos, pero este finde no va a poder ser, ojalá pueda ser pronto, la dejamos en tareas pendientes y vete entrenando que te hará falta jejeje.

Besos de fin de semana.

María dijo...

Feliz fin de semana, espero que disfrutes de cada momento y en lo que mas te guste.

Gracias por estar aquí, y por estar en otros lugares, por tenerte tan cerca de mi corazón muaaakkkkk, te quiero guapa.

NIGHTRANGER dijo...

Por mucho que nos observemos los unos a los otros, sin dialogo no existe la razon.

Besos de Vainilla.

lemoinestar dijo...

María,
gracias por tus deseos, espero que los vientos que sacuden tu rama sean dulces y placenteros este fin de semana.

Un abrazo de cariño compartido.

Nightranger,
me alegra saber que piensas así, ese silencio del que tan amenudo hablas parecía decir lo contrario. ¿Será que algo ha cambiado? Si es así, qué sea para bien.

Sigo prefiriendo los besos de canela.

lemoinestar dijo...

Berni,
corazón, que me he olvidado de responderte a ti... jo... un fallo imperdonable.

A veri si pronto podemos tener esa partidita... qué no te pase nada cuando llegue el momento, jejeje.

Te dejo un camión de besos de colores para compensar.

Prijuabe dijo...

lemoinestar:
No creo que me pase nada, esntrno duramente con deportes de riesgo, ya sabes, tumbing, reposing incluso en alguna ocasión el más peligroso de todos, el zapping. jejeje.

Ese camión de besos lo compensa con creces, yo te mando otro con rosas blancas sin espinas y un besazo bolero.