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“Españolito que vienes al mundo te guarde Dios,
una de las dos Españas ha de helarte el corazón”.
(Antonio Machado)
Ayer se cumplían 32 años de la muerte del dictador Francisco Franco. En un principio quise hacer un comentario sobre cómo nos afectó a todos los españoles esta muerte y la repercusión que tuvo concretamente entre las personas de mi generación, ya que fuimos educados bajo los principios del "movimiento nacional" y, en plena adolescencia, vivimos el cambio que representó la Transición Española y la apertura hacia la democracia, creando una sensación de esquizofrenia ideológica que nos convirtió en algo que siempre he definido como la “generación perdida”. Sin embargo, por el camino, me ha caído en las manos un artículo sobre los “mártires” religiosos de la Guerra Civil, y he preferido cambiar el contenido de mis palabras, dejando la idea original en el tintero para desarrollarla en otra ocasión. En fechas recientes se han producido, además, dos sucesos relacionados con el tema que han contribuido también a este cambio.
Por un lado, el pasado 31 de octubre fue aprobada por el Congreso de los Diputados la Ley de la Memoria Histórica, en virtud de un compromiso electoral adquirido por el Presidente del Gobierno, José Luís Rodríguez Zapatero. En ella se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la Dictadura.
Por otro, el 28 de octubre se celebró en Ciudad del Vaticano la ceremonia de beatificación de 498 “mártires” de las persecuciones religiosas de la Guerra Civil española, con la presidencia del cardenal portugués José Saraiva Martins, prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, representante oficial del Papa. Benedicto XVI en su discurso durante el acto exhortó a los españoles a trabajar por “la reconciliación y la convivencia pacífica”.
Estos dos hechos, bajo mi punto de vista, son contradictorios, al igual que las palabras de la actual cabeza visible de la Iglesia Católica.
Soy partidaria de la preservación de la Memoria Histórica, no sólo en los aspectos relacionados con el reconocimiento de los derechos de todos los participantes en la contienda, si no en el sentido puramente “histórico”. porque considero que los pueblos que olvidan su pasado corren el riesgo de volver a repetirlo.
Quiero dejar claro, desde el principio que me parece una aberración que desde final de la Segunda República se produjeran persecuciones encarnizadas contra la Iglesia, de la misma manera que me lo parece que el ejercito ganador procediera a la persecución, represión y tortura de todas las personas “sospechosas” de no ser fieles al “movimiento”, durante un período de 40 años.
Pero no entiendo cómo es posible que el Papa nos exhorte a todos a “la reconciliación” cuando la beatificación que se está celebrando corresponde a victimas de uno de los dos bandos que participaron en dicha contienda, no a los dos. ¿Acaso sólo se pueden considerar “mártires” las víctimas de uno de los dos lados? ¿No sería una auténtica “reconciliación” la desaparición de las dos Españas machadianas y la creación de una nueva España plural?
Sé que soy una “joia” idealista, eso es algo que no creo que a estas alturas tenga remedio, así es que por un momento he deseado con mucha más fuerza la PAZ para tod@s y es lo que he querido transmitiros.
Por un lado, el pasado 31 de octubre fue aprobada por el Congreso de los Diputados la Ley de la Memoria Histórica, en virtud de un compromiso electoral adquirido por el Presidente del Gobierno, José Luís Rodríguez Zapatero. En ella se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la Dictadura.
Por otro, el 28 de octubre se celebró en Ciudad del Vaticano la ceremonia de beatificación de 498 “mártires” de las persecuciones religiosas de la Guerra Civil española, con la presidencia del cardenal portugués José Saraiva Martins, prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, representante oficial del Papa. Benedicto XVI en su discurso durante el acto exhortó a los españoles a trabajar por “la reconciliación y la convivencia pacífica”.
Estos dos hechos, bajo mi punto de vista, son contradictorios, al igual que las palabras de la actual cabeza visible de la Iglesia Católica.
Soy partidaria de la preservación de la Memoria Histórica, no sólo en los aspectos relacionados con el reconocimiento de los derechos de todos los participantes en la contienda, si no en el sentido puramente “histórico”. porque considero que los pueblos que olvidan su pasado corren el riesgo de volver a repetirlo.
Quiero dejar claro, desde el principio que me parece una aberración que desde final de la Segunda República se produjeran persecuciones encarnizadas contra la Iglesia, de la misma manera que me lo parece que el ejercito ganador procediera a la persecución, represión y tortura de todas las personas “sospechosas” de no ser fieles al “movimiento”, durante un período de 40 años.
Pero no entiendo cómo es posible que el Papa nos exhorte a todos a “la reconciliación” cuando la beatificación que se está celebrando corresponde a victimas de uno de los dos bandos que participaron en dicha contienda, no a los dos. ¿Acaso sólo se pueden considerar “mártires” las víctimas de uno de los dos lados? ¿No sería una auténtica “reconciliación” la desaparición de las dos Españas machadianas y la creación de una nueva España plural?
Sé que soy una “joia” idealista, eso es algo que no creo que a estas alturas tenga remedio, así es que por un momento he deseado con mucha más fuerza la PAZ para tod@s y es lo que he querido transmitiros.