"No voy a dejar de hablarle sólo porque no me esté escuchando. Me gusta escucharme a mí mismo. Es uno de mis mayores placeres. A menudo mantengo largas conversaciones conmigo mismo, y soy tan inteligente que a veces no entiendo ni una palabra de lo que digo. " (Oscar Wilde)



domingo, 13 de julio de 2008

La parte contratante de la segunda parte


MÁngeles nos dejó en los comentarios de la anterior entrada dos preguntas relacionadas:

  • ¿Cómo eliminar o inculcar... la absoluta realidad de "que el matrimonio es un contrato"?
  • ¿Qué es mejor... que una relación sea un "contrato" o no?


Dos preguntas que a bote pronto dieron lugar a una nueva por mi parte:

  • ¿No son todas las relaciones humanas un pacto, un contrato, un acuerdo, un compromiso…?

Como es habitual, no voy a tratar de sentar cátedra con ninguna de las reflexiones que a partir de ahora exponga en este escrito. Se trata, simplemente, de dejar constancia de cuál es mi manera personal de ver las cosas.

Para empezar, está claro que lo primero que debo hacer es defender mi tesis. Siempre que establecemos una relación o conexión con otra persona estamos estableciendo un pacto entre nosotros, generalmente tácito, basado en las normas de educación y respeto en primer lugar. Somos seres socializados y como tales nos comportamos, y la socialización no es sino la interiorización de una serie de normas que nos permiten interactuar socialmente, la mayoría de las cuales las tenemos tan interiorizadas por la educación recibida y el contexto cultural en el que nos movemos que no somos conscientes de estarlas utilizando. Sino fuera por estas normas, la convivencia entre los seres humanos sería prácticamente imposible porque nuestro egocentrismo nos haría enfrentarnos constantemente con nuestros congéneres.

Cualquier trato interpersonal es, por tanto, un acuerdo y eso se hace más evidente cuando la relación establecida es mucho más estrecha. No es lo mismo el pacto que se lleva a cabo cuando voy a comprar una barra de pan que el que establezco con mi hija cuando negocio mediante el diálogo sobre las ventajas que le va a reportar hacer algo que considero bueno para ella (algo que en épocas anteriores no se daba ya que el padre ordenaba y los hijos obedecían y el único argumento era el “porque lo digo yo”). Llegamos a acuerdos en el terreno profesional y en el familiar, con los amigos y, por supuesto, con nuestras parejas, y estos pactos o acuerdos son de diferente naturaleza y pueden estar relacionados con elementos materiales o con circunstancias emocionales y sentimentales.

El matrimonio, pues, ha sido, es y será un contrato más de los muchos que podemos establecer a lo largo de nuestra vida de relación y, actualmente, cuando anda tan revuelto el río de las relaciones entre hombres y mujeres, los términos del mismo deberán ser negociados cuidadosamente, más allá del régimen económico al que se acojan los futuros esposos (aquello de los bienes gananciales o la separación de bienes). No hemos de olvidar que el matrimonio, en su origen, fue un acuerdo de origen económico y que no ha sido hasta muy avanzada la historia cuando los aspectos románticos y el amor como sentimiento han primado sobre la relación puramente económica. Durante siglos, por motivos económicos y religiosos, muchos matrimonios se han pactado sin la intervención de los miembros de la pareja y la creencia de que “el roce hace el cariño” era comúnmente aceptada; incluso hoy en día, muchos matrimonios siguen vigentes sólo por cuestiones que poco o nada tienen que ver con los sentimientos que puedan existir entre los cónyuges, pero eso es harina de otro costal y merece una nueva serie de reflexiones.

Me hubiera gustado hablar también del miedo al compromiso que existe actualmente en nuestra sociedad, pero visto lo visto, será mejor que lo deje para otra ocasión y que vuelva a cerrar con la palabra “continuará”…


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Para romper un poco la trascendencia y seriedad que inevitablemente tiene la entrada de hoy, quiero dejar el vínculo a un “Contrato de matrimonio” que seguro que suscribirían muchos de los hombres que lean esta entrada.

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Buscando por estos internetes bases históricas del matrimonio, he ido a parar a una página en la que hay una serie de explicaciones sobre el origen de la palabras familia” y “matrimonio” que pueden ser o no ciertas, pero que, de todas formas, no tienen desperdicio (para leer el artículo completo clicar aquí). Dejo también el enlace a un artículo titulado “Evolución histórica del sistema matrimonial español” publicado en la página Noticias Jurídicas por si alguien desea profundizar más en el tema.

4 comentarios:

mangeles dijo...

Uinss niña...yo me refería a UN CONTRATO EN TODA REGLA (por deformación profesional)...es decir: una parte dá algo a cambio de algo y la otra recibe a cambio de algo...y viceversa.

Y tienes que cumplir lo pactado, porque sino el contrato es nulo.

Es decir...el matrimonio serentre es humanos se mantiene por un contrato "tácito" como tú dices...donde hace años los papeles estaban establecidos claramente: el hombre trabajaba fuera y aportaba el dinero, las relaciones sociales, etc...y la mujer aportaba el trabajo en la casa y llevaba el hogar y las relaciones públicas en casa....

Pero ahora, con mujeres liberadas, cultas, trabajadoras....¿qué debe aportar cada parte?...y ...¿si las dos partes aportan lo mismo, que clase de contrato se puede hacer?

Por eso decía...si debemos mantener esa visión de "contrato"...o es mejor comenzar a pensar e inculcar la idea de una "colaboración"..."un compartir lo que se es y se tiene" (y no me refiero a tener de posesiones económicas)...

Ufff....

Besos

ybris dijo...

Hay un aspecto que no me gusta en la palabra contrato y es su excesiva rigidez y el fondo de exigencia que parece imprimir a la institución a que se refiere. Me temo que cuando hay que recurrir al cumplimiento de ese contrato el matimonio ya ha dejado de existir.
Preferiría que el matrimonio fuese un acuerdo.

Besos.

lena dijo...

Cuando muchas parejas se casan, en la epoca en la que ahora vivimos, es por amor, o al menos eso quiero pensar, antes si era mucho por interés......
Creo quee los contratos son para cumplirlos, siempre y cuando los cumplan las dos partes.... que en ocasiones sólo lo cumple una parte, y esa parte es la que mas pierde.....entonces sí que entran en juego los intereses......un beso mi niña

Luna Azul dijo...

Contratos, pactos, acuerdos, compromisos que más da la definición. En realidad dos personas que se aman y que deciden libremente estar juntas.
Un abrazo a todas