"No voy a dejar de hablarle sólo porque no me esté escuchando. Me gusta escucharme a mí mismo. Es uno de mis mayores placeres. A menudo mantengo largas conversaciones conmigo mismo, y soy tan inteligente que a veces no entiendo ni una palabra de lo que digo. " (Oscar Wilde)



miércoles, 8 de agosto de 2007

Una isla en el centro de la ciudad


Después del relax que nos permitió el café que tomamos en el Zurich, volvimos a salir de nuevo al bullicio de la ciudad para dirigirnos a uno de los sitios que a mí, personalmente, me fascinan más de Barcelona: la placeta de Ramón Amadeu y la iglesia de Santa Ana.

Accedimos al lugar desde la misma Plaça de Catalunya, por la corta calle de Rivadeneyra, a través de un pequeño pasaje casi invisible. Parece mentira que a escasos metros del ajetreo del centro de la cuidad se pueda encontrar una isla de calma como ésta, una isla escondida y casi desconocida para muchos de los habitantes de la urbe. En ella destaca el colorido de las flores de un quiosco que hay en el otro acceso, el de la calle Santa Ana, a la que se llega a través de un portal del siglo XV, y la serena belleza de la iglesia-monasterio de Santa Ana.

Se trata de un pequeño monasterio vinculado desde el siglo XII a la Orden del Santo Sepulcro. La iglesia de planta en cruz griega, conserva su estructura románica originaria, aunque es totalmente gótica en la cubierta, el cimborrio, el claustro y la sala capitular. Destaca el claustro del siglo XIV-XV, de doble galería, muy tranquilo y con una frondosa vegetación.

La iglesia y el claustro casi siempre permanecen cerrados, excepto cuando se celebra algún evento, como puede ser una boda o un concierto; aunque tuvimos la suerte de poder visitarlos a nuestras anchas porque, por razones que desconocemos, en aquellos momentos estaba abierta al público. ¿Estaba la magia con nosotras?

Una reflexión personal: en estos tiempos tan materialistas en los que nos ha tocado vivir, los grandes bancos e importantes comercios que ocultan esta pequeña isla no han podido con ella a pesar de la especulación, hoy en día se están poniendo en marcha los mecanismos necesarios para preservar estas joyas del pasado, pero en los años 60 eso no era así. ¡Bien por Santa Ana! (No os olvidéis, que aunque me considero agnóstica, no deja de ser la que me da nombre, jejeje).



lunes, 6 de agosto de 2007

Perspectiva


Cuando el crítico Mr. Ego visita el restaurante Gusteau, en la película Ratatouille, pide “perspectiva”; el maître no conoce ese plato que no figura en la carta, y el crítico le dice: “quiero que el chef me sorprenda”, que la “perspectiva” ya la pondrá él… Quiero ser Mr. Ego, quiero que me sorprendan y al mismo tiempo ser capaz de poner “perspectiva” en todo lo que saboreo (o vivo o muero), aunque para poder llegar a poner la debida perspectiva a cualquier vivencia sea preciso condimentar el guiso con una dosis suficiente de serenidad para afrontar con calma el paso del tiempo que es el que, sin duda alguna, permite gozar de la perspectiva necesaria.



No es hoy, ni posiblemente mañana ni pasado, cuando pueda valorar con perspectiva todo lo que ha sucedido este fin de semana, intenso donde los haya. El calor asfixiante no ha sido obstáculo para vivir a tope unas horas llenas de experiencias, contactos, emociones y preguntas sin respuesta.

Si, como pienso, nada de lo que sucede es arbitrario y todo tiene un sentido y una razón (aunque se nos escape), habrá que estar pendiente de las consecuencias a corto o largo plazo de todas estas vivencias inconexas, contradictorias y sorprendentes por lo inesperadas.

Desde la hora de la siesta del viernes a la hora bruja del domingo han pasado tantas cosas que me siento como en un tiovivo que gira demasiado deprisa y me produce una sensación de mareo.

Con lo fácil que hubiera sido tumbarse en la arena de la playa como un lagarto al sol dejando que la mente se quedara adormilada…

El laberinto cambiante

He venido avanzando por el laberinto en tu busca y he llegado a un punto sin salida, el muro que se levante frente a mí y que nos separa es imposible de cruzar, sé que estás ahí, siento tu presencia, real o imaginada, al otro lado del muro, debo girar sobre mis propios pasos y volver a atrás, continuar buscando. Durante un cierto tiempo no se vislumbra ninguna posible salida, no hay otro camino a la vista. Los pasos se hacen inseguros, todo está oscuro y los ánimos empiezan a decaer, el camino de retorno no es el mismo que el de ida en este laberinto variable que no para de cambiar, en algún momento debería aparecer una alternativa, pero no lo hace.

Empiezo a correr buscando esa salida, empiezo a tener problemas para respirar, me falta el aire. Me siento en el camino para tomar fuerzas, me quedo en un estado de semi-inconsciencia, medio sueño, medio vigilia. Pasan los minutos o tal vez son horas, imposible controlar nada en esta oscuridad. Hago un esfuerzo por dejar la mente en blanco, por no pensar en nada, por no continuar agobiándome y el sueño reparador viene en mi ayuda.

Vuelvo a abrir los ojos, la oscuridad sigue siendo total, me desperezo, mis músculos entumecidos empiezan a responder y consigo ponerme de nuevo en pie. Avanzo a tientas… un paso… otro paso… uno más… A lo lejos parece que se percibe un breve resplandor, avanzó con más ilusión y el resplandor se va haciendo cada vez más grande.

Llegó a un lugar en el que se abren dos nuevos caminos, uno a cada lado. Sé que tengo que escoger uno de ellos y que escoja el que escoja no habrá posibilidad de rectificar porque en el momento en que tome una decisión el otro paso se cerrará definitivamente. Uno de los caminos parece algo más iluminado que el otro, ¿será ése el que tengo que elegir para llegar a tu lado? o ¿será el que me aleje todavía más de ti? La visión no es clara en ningún caso y no sé lo que me voy a poder encontrar. Decido tomar el camino con más luz y qué sea lo que sea… He tomado la decisión, ya no hay vuelta atrás.
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Esta entrada la escribí en el mediodía del viernes 3 de agosto pero hasta ahora no he dispuesto del tiempo ni del ánimo necesario para poderla colgar.


jueves, 2 de agosto de 2007

El centro-centro: La Plaça de Catalunya

La Plaça de Catalunya es el verdadero centro de la ciudad, tanto a nivel de negocios como de comunicaciones, allí confluyen algunas de las más importantes vías de la ciudad: el Passeig de Gràcia (que fue el que nos llevo a la plaza), la Rambla Catalunya (la continuación de las Ramblas en el Ensanche barcelonés, calle comercial por excelencia), la calle Pelayo (que nos lleva a la Plaça Univertitat), las propias Ramblas de las que hablaremos con más detalle puesto que fue uno de los recorridos que hicimos a pie, el Portal del Angel (otra gran calle comercial peatonal), la calle Fontanella y la Ronda de Sant Pere, que terminan en la otra gran plaza del centro de la ciudad, la Plaça Urquinaona. Origen y final de muchas líneas de autobuses urbanas e interurbanas y estación de paso de algunas de las líneas de ferrocarril y de metro de la ciudad, la hacen un centro neurálgico de comunicación.

Las oficinas principales de los grandes bancos están ubicadas alrededor de la plaza, así como el primer El Corte Inglés de la ciudad que ocupa uno de los tramos de la misma. El Hard Rock Café y el Café Zurich son las cafeterías más importantes que encontramos en ella.

En el centro de esta plaza circular hay una enorme estrella que viene a ser como el kilómetro “cero” de la ciudad, en el centro de la cual mis invitadas se hicieron la consabida foto rodeadas de palomas (aunque cada vez hay menos palomas en la ciudad, las enfermedades y el tráfico están acabando con ellas, hasta no hace mucho siempre se veían personas dándoles de comer en esa estrella central y era fácil fotografiarse con las palomas comiendo de la mano, hoy eso, como otras muchas cosas, se ha ido perdiendo).

Alrededor de esa despejada estrella central se encuentra una zona de jardines y paseo decorada con numerosas esculturas y estatuas, la más llamativa de ellas es el monumento a Francecs Macià, obra de Joseph Maria Subirachs (el autor de las esculturas de la fachada de la Pasión de la Sagrada Famila), que fue añadido en el año 1991. La plaza fue inaugurada en 1927 por el rey Alfonso XIII, es obra del arquitecto Francesc de Paula Nebot (quien también se encargó de la rehabilitación del Palau Reial de Pedralbes). Hubo una gran controversia alrededor de la construcción de esta plaza y multitud de proyectos fueron rechazados antes de que se aceptara el de Nebot. De la arquitectura de la plaza destacan un templete con una columnata central (situados en la parte más alta), una gran fuente (que en esta época del año estaba sin agua, una lástima…) y 28 esculturas de piedra y bronce que fueron encargadas a los principales artistas del momento: Frederic Marès, Eusebi Arnau, Josep Llimona i Josep Clarà, entre otros.

Esta plaza siempre ha sido el centro comercial de la ciudad, en sus inmediaciones se construyeron los primeros centros comerciales de aquella época (Almacenes El Siglo, al principio de la Rambla dels Estudis, en 1898; Almacenes Capitol, en la calle Pelayo, en 1917; Almacenes Jorba, en el Portal del Angel, en 1932). En 1940 se construyó la Avenida de la Luz, una de las primeras galerías comerciales modernas de Barcelona y la primera galería comercial subterránea de Europa, está situado bajo la calle Pelai, entre la Plaça Catalunya y la confluencia de las calles Balmes y Vergara. Se trata de un espacio de 175 metros de largo y 10 de ancho en el que podían encontrarse todo tipo de establecimientos comerciales, de ocio, cine e incluso una emisora de radio. El Ayuntamiento de Barcelona lo declaró en el año 1949 lugar de atracción turística y forastera. A partir de los años 60 (El Corte Inglés se construyó en 1962) la Avenida de la Luz comenzó a perder su esplendor y en los años 70 se hizo evidente su abandono por parte de los usuarios y de las autoridades. El cierre definitivo se produjo en 1990, haciendo desaparecer la esperanza de llevar a cabo el proyecto del cual formaba parte: la Ciudad Subterránea, proyecto que nunca llego a prosperar por las dificultades técnicas, económicas y el vacío legal respecto al subsuelo de la ciudad. Actualmente, tras la construcción del centro comercial El Triangle d’Or, parte de la Avenida ha sido reutilizada como estación de los Ferrocarrils de la Generalitat y una conocida tienda de cosméticos francesa.

También ha sido desde siempre un centro de manifestaciones ciudadanas de todo tipo. Las manifestaciones políticas tienen siempre como punto de origen o final la Plaça de Catalunya desde los últimos años del franquismo, y, en sus últimos años, la presencia de “grises” con sus escudos y fusiles de pelotas de goma eran constantes. En el año 1976 miles de ciudadanos se manifestaron por primera vez para solicitar el Estatut d’Autonomia bajo el lema “Llibertat, Amnistia i Estatut d’Autonomia”, siendo durante muchos años la manifestación más multitudinaria que se ha celebrado en la ciudad (que yo sepa sólo fue superada por la manifestación contra el terrorismo de E.T.A. después del asesinato de Miguel Ángel Blanco).

El 17 de Octubre de 1986, gran número de ciudadanos se concentraron espontáneamente en esta plaza, para conocer el nombre de la ciudad que había de ser designada sede de los Juegos Olímpicos de 1992. La pantalla gigante que retransmitía la ceremonia de proclamación fue la gran protagonista del momento histórico de la proclamación de la ciudad de Barcelona como sede de estos Juegos... “¡¡¡A la ville de... Barcelona!!!!”

Después de dar un breve paseo por la plaza y hacer las típicas fotos, decidimos que era el momento de hacer un descanso para reponer fuerzas, aprovechando, además, la cercanía del Café Zurich, uno de los más importantes de la ciudad y lugar de reunión de la juventud propia y extraña a lo largo de toda su existencia. Es un lugar mítico que, cuando se derribaron los edificios del actual Triangle d’Or para construir el centro comercial, pensábamos que iba a desaparecer y que fue recibido con alegría cuando vimos que había vuelto a su ubicación original dentro de los modernos edificios manteniendo la misma decoración que había tenido desde sus inicios. Es un lugar de encuentro y el ambiente es muy internacional, sentarse en su terraza es disfrutar del espectáculo colorista y variopinto del centro de la ciudad.

Esa cafetería nos sirvió para descansar un ratito mientras saboreábamos nuestro café y al mismo tiempo para poder hablar relajadamente y conocernos un poco más.