Acabo de abrir el ordenador en este domingo que anuncia ya otoño y lo primero que he visto ha sido una noticia que me ha impactado, que me ha dejado noqueada. Conocí a José Antonio en mi época de estudiante y asistí a su primer concierto en los sótanos de una iglesia de Barcelona, no recuerdo cuál, cuando todavía no podía cantar en público. Siempre le he admirado, para mí ha representado la imagen de lo que ha de ser una buena persona...
Las primeras palabras que se me han ocurrido al leer la noticia han sido las de la letra de una de sus canciones, basada, a la vez, en un poema de su hermano Miguel:
Puesto que el joven azul
de la montaña ha muerto
es preciso partir,
antes de ser golosamente asesinados
en los crepúsculos de la gran ciudad,
antes que las muchedumbres
tristes de los metros
invadan el templo del sol
definitivamente seducidas
por las noches de los trenes...
Es preciso marchar, desnudos
y ásperos, inigualables.
Y al partir preguntar por nosotros,
indagar por nosotros,
auscultar por nosotros,
por nosotros mismos recordar
si tal vez existió
y que una dulce soledad
nos responda en grave despedida.
Puesto que el joven azul
de la montaña ha muerto
es preciso partir.
Y lo que no ha conseguido la voluntad en todo este tiempo, lo ha conseguido esta impactante noticia, por otro lado esperada ya que hacía tiempo que la enfermedad caminaba de su mano, y he decidido partir de los quehaceres que me distraen habitualmente y venir aquí a dejar estas pobres palabras como un pequeño homenaje póstumo.
Descansa en paz, José Antonio Labordeta.Subias.