Después de casi tres meses de la entrada en la que me planteaba volver a escribir, mis entradas al blog siguen siendo esporádicas y sin continuidad, eso sin hablar de las apariciones que son todavía más escasas… una entrada en todo este tiempo… todo un record. Quisiera seguir actualizando el blog, no con la periodicidad de los primeros tiempos en lo que se convirtió en casi una adicción, pero sí con una cierta regularidad. Sin embargo, ando siempre tan liada que, aunque en determinados momentos me siente a teclear unas cuantas frases, nunca llego a terminar el proceso y, mucho menos, a publicarlo.
Ahora estoy de vacaciones… Este año serán unas vacaciones atípicas, quiero descansar, acabar de instalarme (sí, todavía me quedan muchos flecos de la mudanza) y, sobre todo, relajarme y disfrutar de mi nueva casa. Ahora que la corriente del río de la vida me ha llevado a tener largas jornadas laborales y poco tiempo para disfrutar de todas las cosas que me gustan, salir de viaje no es lo que más me apetece… Los pocos días que llevo disfrutando de esta tranquilidad autoimpuesta, me han permitido ver alguna buena película, escuchar esas músicas raras que me transportan a otros mundos, sentarme tranquilamente para reencontrarme conmigo misma y, sobre todo, descansar.
Durante los primeros meses de este 2010, el juguete que más me ha entretenido en mis pocos ratos de descanso ha sido un lector de libros electrónicos que me trajeron los Reyes Majos (y tan majos… como que me la regalé yo…). Durante todo este tiempo también, me hubiese gustado escribir por aquí sobre ello, pero los días han pasado y no ha sido posible. Ahora mi Papyre, ésa es la marca del artilugio, se ha puesto malita y la tengo que enviar a recuperación al distribuidor (que no fabricante, por lo visto estos cacharritos se fabrican en serie en Corea y se distribuyen por todo el mundo con diferentes nombres según quien los distribuya). Hubiese querido hablar de libros y del futuro de los mismos, de las nuevas tecnologías y demás, pero no es éste el momento y espero retomar el tema en otra ocasión. Lo que quería decir con toda esta introducción es que, ahora que estoy de vacaciones y leer no va a poder ser una de las actividades a las que dedique más tiempo, podría escribir…
Es tan agradable escribir… poner una música que me acompañe y dejar que los dedos se deslicen por el teclado. No hace falta tener un guión previo, prefiero improvisar, decir lo que en cada momento se me ocurra… Hablo a menudo de este tema con Alesssandro, él siempre me anima a que siga escribiendo y se pasa por aquí con la esperanza de encontrarse algo nuevo. Por eso esta entrada va dirigida especialmente para ti, Alesssandro, quiero darte esa sorpresa y, también, agradecerte los ánimos que me das y que, aunque te pueda parecer lo contrario, no caen en saco roto.
Escribir me da paz, conjura mis demonios, es una de las mejores terapias que conozco… ¿Por qué entonces no lo hago más a menudo?
Junto a estas letras dejo también una parte de la música que me ha acompañado durante la escritura, se trata de uno de los temas del álbum Tears of dignity, fruto de la colaboración, en el cuarteto Night Ark, entre el compositor y laudista armenio Ara Dickjian y el percusionista y cantante, también armenio, Arto Tuncboyaciyan, la canción se titula Green plums.