"No voy a dejar de hablarle sólo porque no me esté escuchando. Me gusta escucharme a mí mismo. Es uno de mis mayores placeres. A menudo mantengo largas conversaciones conmigo mismo, y soy tan inteligente que a veces no entiendo ni una palabra de lo que digo. " (Oscar Wilde)



sábado, 4 de julio de 2009

No es lo mismo un sapo que una rana

Esta entrada de hoy está dedicada a alguien que lleva días dándome el peñazo con que escriba algo… Pues bien, Manolito, te dejo unas cuantas peguntas y espero que por fin te decidas a comentar algo más que lo que sueles decirme off line…

Las que todavía andamos creyendo en que existen príncipes azules, solemos encontrarnos con situaciones muy diversas, pero todas ellas presentan denominadores comunes que se podrían agrupar en dos grandes categorías:

1. Los presuntos príncipes azules que, en cuando reciben el primer beso, se convierten en sapos repugnantes y te dejan tiznada de azulete, y

2. Los auténticos sapos que por más que les beses siguen siendo sapos por los restos.

¿A dónde ha ido a parar la supuesta sensibilidad y el supuesto romanticismo de nuestros congéneres del otro sexo? ¿Será que dichas cualidades, cual capa de azulete en polvo y sin disolver, sólo existen en el hombre de “boquilla”? ¿Será que todos los príncipes azules se han vuelto gays? ¿Será…?


Ainssss… pero si después de todo, soy una rana común como la de Serrat… ¿para qué coño quiero un príncipe azul o un sapo? ¿¿¿no habrá por ahí una ranita-macho tan normal y corriente como una misma???





P.D. Una vez más disculpas… para l@s que me comentáis y no respondo; para l@s que les debo visitas y me quedo en casa; para l@s que me gustaría comentar y me quedo callada; para l@s que he prometido que escribiría sobre esto o sobre aquello y sigo sin empezar… para tod@s... mil disculpas, mil gracias y mil besos.